El problema principal para todo escritor está en la perspectiva. O más concretamente, en el decidir si se quiere escribir desde la razón o desde el sentimiento. Y por raro que parezca, no siempre el sentimentalismo conduce a los mejores resultados en lo literario.

Tal vez hoy en día tengamos como principal problema este, a la hora de enfrentarnos a la producción editorial. Algo que viene sin lugar a dudas en consonancia con una tendencia más que acentuada en nuestra sociedad, en la que el sentimentalismo exacerbado campa a sus ancha y amenaza no solo con dominarlo todo sino con suprimir cualquier otro elemento que no encaje dentro de estos parámetros de la pura y mera sensibilidad falta de reflexión muchas veces.

La cuestión es preocupante. Parece que si algo no conmueve, si no toca la fibra más sensible, no llega o no se valora. Por muy cargado de sólidas razones que pueda venir.